⭐⭐⭐⭐

En el París de los años sesenta, un estudiante colombiano se niega a abandonar una ilusoria carrera de escritor que no escribe. En un ingenioso ejercicio metaliterario, la novela se va armando con los sucesivos proyectos de novelas que el estudiante imagina: una sobre las guerras de independencia latinoamericanas, otra sobre Caín y Abel, una más sobre crímenes del bajo mundo. Entre líneas, el narrador actúa como un crítico implacable, destejiendo cada proyecto a la misma velocidad que el frustrado escritor las teje. Para complicar el artificio, todo esto se cuenta en primera persona. Sorprende esa dimensión experimental en la obra de Caballero. Para quienes admiramos "Sin remedio", la novela escrita por su hijo dos décadas después, es también sorprendente encontrar aquí todas las pistas de esa otra apuesta metaliteraria, una novela escrita para encubrir un poema, en donde otro personaje delirante desciende en espiral hacia la alienación. Allí está la misma caricatura de la alta sociedad, el mismo retrato cínico de las luchas políticas de su tiempo. Y también, cómo no, algunos de los mismos defectos, multiplicados por el paso del tiempo: "El buen salvaje" no puede evitar un incómodo machismo, a veces hasta violento, tanto del personaje como del narrador.