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Este es un libro maravilloso que fácilmente podría etiquetarse como de difusión científica pero que trasciende el género. Cada entrada, bellamente ilustrada por Lucille Lecrerc, revela no solo un árbol más, sino un mundo entero. La generosa relación de datos históricos, botánicos, biológicos, geográficos, literarios o religiosos es el paraíso de un ñoño. Con gracia y erudición, Drori nos hace conscientes de la densidad de nuestra relación con los árboles, con los que hemos convivido por al menos cinco mil años documentados y que han sido nuestra sombra, templo, farmacia, fábrica, hogar. Han sido el origen de perfumes, aceites, jugos, comidas, drogas, insecticidas. Hemos usado su madera para todo tipo de propósitos, pero también las cortezas, las flores, los frutos, las resinas, las semillas, los tallos, los gusanos, los hongos, las hojas (molidas, quemadas, enterradas, escupidas por otros animales...) La exuberancia de las opciones es tan embriagadora como el libro mismo.
