⭐⭐⭐⭐

Este libro es el resultado de muchos años de trabajo y reflexión. Es admirable la investigación, el trabajo de campo, el compromiso con el que Herrscher asume la tarea de reconstruir el mundo de las bananeras. Y lo hace sin rendirse al realismo mágico, con rigor, atento a las imágenes más sugerentes, como aquel inolvidable lagarto que se alimenta de fotos. Sin embargo, la ambición del proyecto pesa demasiado sobre una estructura narrativa que termina por ceder ante su peso: Herrscher suma personajes, historias de vida, largas digresiones, empieza a abusar del recurso a los asteriscos que separan pequeñas secciones, y uno termina perdiendo el hilo entre intertítulos y secciones. La mayor parte de las historias de don Félix y su hija, por interesantes que sean, y por mucho afecto que les tenga el autor, no tienen nada que ver con las bananeras y seguramente funcionarían mejor en otro libro.