⭐⭐

Me costó terminar este premiado libro de cuentos. Es innegable el oficio y la destreza técnica, pero me parece que no tienen alma (o estómago). El único con tracción narrativa es "Algo para cenar". Los demás derivan entre el ejercicio de estilo y la introspección experimental, algunos con una vaga atmósfera cortazariana. Hay decisiones formales gratuitas, como escribir en segunda persona ("Moebia") sin razón aparente, como por probar algo. Incluso la prosa tiende a revelar un afán por evitar el uso de un lenguaje transparente (y eficaz). Hay frases como "unas escasas horas noctámbulas, luego de un día abocado a la ocre tarea de trabajar".
Tal vez es simplemente que soy un mal lector de cuentos.