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Es la crónica, magistralmente escrita, de un concurso de baile folclórico (el festival de malambo, en Laborde, Argentina) y de la participación de un bailarín (Rodolfo González). Guerriero da una lección de periodismo literario, siguiendo a González durante tres años en su participación en el concurso. El lector termina inmerso en el particular mundo del malambo, en la atmósfera del pueblo de Laborde, y sobre todo en las penas y las alegrías del anónimo bailarín. La narración se enfrenta a la enorme dificultad de describir un baile, con todos sus detalles, y de intentar traducir en palabras lo que mueve a los bailarines.