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Un libro fabuloso y anfibio: ensayo de divulgación científica, relato histórico, thriller victoriano, elegía urbanística. Johnson escribe con la claridad y el oficio de un curtido periodista, pero al tiempo con el rigor de un buen sociólogo. Cuenta la historia de un mortal brote de cólera en el Londres de 1854, y cómo los esfuerzos por combatirlo cambiaron para siempre la epidemiología, la salud pública y hasta el urbanismo. Se concentra en la figura de dos personajes, un doctor y un sacerdote, de modo que el arrastre narrativo está asegurado. Es un libro apasionante e iluminador, y creo que debiera ser leído y estudiado en donde quiera que se deba combatir la superstición y el anticientificismo.