⭐⭐⭐⭐

No hay mucho que agregar a todas las reseñas conocidas. Spiegelman enfrenta la crudeza de la guerra, el exilio, la persecución y los campos de concentración con un recurso simple pero muy efectivo: gatos y ratones. El lector queda atrapado en el exacto punto intermedio entre el horror de la historia y la curiosa simpatía por unos personajes en apariencia infantiles. Hay mucho más, claro: el relato diacrónico, la reflexión sobre la memoria y el duelo, el impacto sutil pero persistente en la cotidianidad, la complejidad de la relación entre padre (quien cuenta la historia) e hijo (quien la escribe/dibuja). Por algo es un clásico.