⭐⭐⭐⭐

Clarissa Dalloway es una mujer de la clase alta londinense que ofrece una fiesta en su casa. Virginia Woolf la sigue todo el día, desde los preparativos hasta el final de la fiesta, como una cámara de cine en un exhaustivo plano secuencia. Formalmente, la novela es una obra maestra. Ahora que tiene casi un siglo es más sorprendente su apuesta vanguardista, el flujo de conciencia que pasa de un personaje a otro con fluidez, incluyendo las divagaciones de personajes en el límite del sueño y la locura. El principal contrapunto a la perspectiva de Clarissa es Peter Walsh, un antiguo amor de juventud que regresa ese mismo día de un largo viaje a la India. Pero la verdad es que ninguno de los dos llega a formarse como un personaje complejo, como los Ramsey de "Al faro". Tal vez a muchos lectores les cueste encajar el exceso de modales, encajes y vajillas de la aristocracia, que sinceramente han envejecido mal con la novela.